Confundiendo lo importante

Cada temporada me pasa lo mismo. Observar de forma directa como crece una tendencia es algo muy enriquecedor, aunque no la compartas. Además, cada vez observo más deportes además de baloncesto y observo lo mismo. Más pronunciado en deportes colectivos que individuales también es cierto. Puede que porqué la influencia o los momentos de intervención directa son más limitados en las competiciones. En entrenamientos la diferencia es menor. Me refiero a entrenadores que transmiten estar más preocupados por su imagen que por otros aspectos.

No vamos a engañarnos ahora. Nuestra sociedad valora la imagen por encima de otras muchas cosas. Lo podemos compartir o no, incluso podemos llegar a despreciarlo si de esa forma alguno o alguna se va a sentir mejor (no lo recomiendo) pero es un hecho. Un hecho importante y que incluso forma parte de más de una profesión.

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¿Pero de qué imagen estamos hablando? Por lo general de la imagen visual, la parte que nos aporta la comunicación no verbal. No sólo la forma de vestir, también los gestos, la postura corporal que acompañan y que refuerzan o contradicen el mensaje verbal. También está la parte verbal. Esos mensajes grandilocuentes que por lo general no son escuchados hasta el final junto con esas explosiones comunicativas que no aportan ningún beneficio a los receptores directores. En una mezcla de estos dos aspectos es donde cada vez más entrenadores se están perdiendo.

Se pierden por el simple hecho de que olvidan su rol. Están desarrollando el papel de entrenador pero no están desenvolviendo el que debe ser su principal objetivo: trabajar para su jugador o sus jugadores. En su lugar lo que hacen es, como se suele decir, actuar para la grada.

Está claro que, como personas que somos, los entrenadores tenemos derecho a perseguir nuestros objetivos, deseos, sueños,… Otra cosa es cómo lo hagamos ya que para según qué propósito tengamos nos puede ser más útil “caerle en gracia” a la grada que a los jugadores con los que trabajamos conjuntamente. Pienso que actuar de esta forma es básicamente traicionar a nuestra profesión.

Esto lo observo cada vez más. Entrenadores más preocupados de lo que transmiten a las personas que estamos fuera del ámbito de juego que a los que la protagonizan.  Y crece temporada tras temporada. Entiendo que muchos piensan que esa es la receta mágica que les ayudará a cambiar de club, conseguir dirigir un equipo que ellos consideren mejor, etc. ¿Y después?

Después lo que pasa es que te has centrado tanto en aspectos que no forman parte de entrenar que cuando tienes que hacerlo de verdad no sabes que hacer, sigues con tu forma de proceder pero la grada ya no te acompaña. Ya no eres gracioso, has pasado de moda. Todo por no tener claro que es lo importante de ser entrenador.

FOTOP-Daniel-Colomar-U10Y eso es algo muy fácil de decir pero no de hacer: ser referente en modelos y hábitos. Actuar como modelo de comportamiento en cada situación, generar hábitos de aprendizaje y tenerlos para uno mismo, buscar ser la mejor versión de ti mismo para poder transmitir el máximo y poder acompañar en la evolución y mejora como deportistas y personas de esos jugadores que estarán a tu cargo. Ser responsable de tu formación y consciente de que nunca estará completa para poder favorecer la formación de otros.

Por suerte también, cada vez son más los que empiezan a valorar estos aspectos. Así nos encontramos ante dos especies de entrenadores. Cada uno decide qué clase de entrenador quiere ser.

Hábitos comunicativos de hoy que se deberían evitar

Cada día de nuestra vida, el proceso comunicativo está presente en nuestras vidas. Ya se trate de comunicación verbal, no verbal, escrita o de cualquiera de las otras formas que adopta hoy día la comunicación entre las personas. Las personas y las sociedades tienen desarrollados unos hábitos comunicativos que por lo general pueden entorpecer que el mensaje transferido llegue al receptor como el emisor realmente desea.

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Uno de los que más me sorprende es la permisividad que existe por parte de los adultos cercanos con los niños y niñas cuando estos se van al estarles hablando. No se le otorga importancia a ese gesto de comunicación no verbal. Más de una vez al explicarlo en clase se han sorprendido al entender lo que generalmente transmite y produce en el proceso comunicativo. Incluso alguno no entendía por qué en su casa nunca le habían dicho nada, admitiendo también que cuando lo hacía no prestaba ninguna atención en el mensaje que le transmitían y no recordaban de qué le estaban hablando, y se habían limitado a repetírselo de nuevo más tarde.

Otro fenómeno curioso es el transformar un mensaje asertivo en uno agresivo o irrespetuoso. Varias profesiones tienen este problema, pero las que tratan con familias suelen ser las más visibles. También porque se suelen tener protocolos comunicativos, escritos o no, que no contemplan el lenguaje asertivo ya que dan por hecho que este no es comprensible. De forma incomprensible, según que profesión del mismo ámbito si que se encuentra en su derecho y obligación de utilizar un lenguaje incomprensible. La escuela es un buen sitio para observar esto.

Los maestros y los equipos directivos deben tener mucho cuidado cuando hablan con las familias para que estas entiendan lo que se les quiere decir de forma clara, sea el motivo que sea el que inicie la comunicación, y no se ofendan por ejemplo. Esto suele provocar que el mensaje no llegue con la claridad que la parte emisora desea. La comunicación no ha sido efectiva y suele generar a posteriori nuevos procesos e incluso acciones de otra índole. Sin embargo, un psicopedagogo escolar puede acribillar a una familia en una entrevista de términos ininteligibles y no pasa nada. Incluso cuando alguno de esos términos, si se entendieran por el receptor, sí que sería ofensivo. Ni un extremo ni otro. La información debe llegar por el bien de los niños. Otra cosa es que la quieran escuchar o entender, eso ya depende del receptor.

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Muy ligado al anterior, muchas veces se transmite un mensaje que podría constar de 10 palabras en 50 o más. Esto no ayuda a la comunicación eficaz por diversos motivos, entre ellos estos:

  • Alarga el proceso facilitando la pérdida de atención. Dicho sea de paso, existen auténticos especialistas que lo que desean en realidad es que el receptor pierda interés en la explicación, para después llamar su atención con la conclusión que a ellos les interesa. Muy utilizado en ventas y en política.
  • Se presupone que el mensaje no se entiende por sí sólo y necesita de una explicación más amplia. Lo que esto indica es un error en la creación del mensaje por no estar adaptado al receptor o no estar expresado de la forma adecuada principalmente.
  • El mensaje no es importante. El emisor sólo quiere ser escuchado, aunque lo que realmente le gusta es escucharse a sí mismo. El problema viene cuando realmente desea transmitir y al haber habituado a su público a la situación anterior, su mensaje no es comprendido ni asimilado.
  • Se cae fácilmente en el uso de un vocabulario poco específico perdiendo riqueza lingüística. Cierto es que hay veces en los que es necesario un trabajo inicial sobre el vocabulario a utilizar que puede restar efectividad, pero a la larga las ganancias superan ampliamente a les pérdidas iniciales.

Realmente opino que todos saldríamos ganando si el lenguaje asertivo estuviera más presente socialmente y a su vez se dotara de la importancia que tiene al lenguaje no verbal. Todo sería más entendible y no se darían tantas situaciones de manipulaciones lingüísticas como se observan y se aceptan hoy día.